Vísperas

Blanco lirio, florecido,
la noche de Navidad,
en la cumbre del Calvario,
¡cómo te deshojarán!
 
El niño Jesús
lloraba, lloraba,
lo han circuncidado
y su sangre mana.
Canciones del cielo
María le canta
y, mientras lo arrulla,
lo baña en sus lágrimas.

Niñito, no llores.
Madre, el llanto acalla,
que por esta sangre
llega la esperanza,
que por este llanto
comienza la gracia,
que por esta muerte
renacen las almas.
Las antífonas, los salmos y el cántico se toman de las II Vísperas de la Natividad del Señor.
LECTURA BREVE Rm 8, 3b-4
Dios envió a su propio Hijo, sometido a una existencia semejante a la de la carne de pecado. Así dictó sentencia de condenación contra el pecado, que ejercía su poder en la vida según la carne. De este modo la exigencia y el fin de la ley tuvieron cumplimiento en nosotros, que no vivimos la vida puramente natural según la carne, sino la vida sobrenatural según el Espíritu.
RESPONSORIO BREVE
V. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.
R. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.
V. Y puso su morada entre nosotros.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Por ti, Virgen María, han llegado a su cumplimiento los oráculos de los profetas que anunciaron a Cristo: siendo virgen, concebiste al Hijo de Dios y, permaneciendo virgen, lo engendraste.
Magnificat
PRECES
Oremos, hermanos, a Dios Padre, que por su gran amor hacia nosotros nos ha enviado a su Hijo, y digámosle:
Que la gracia de tu Hijo nos acompañe, Señor.
 
Dios de amor y Padre de nuestro Señor Jesucristo, tú que te has compadecido de los que viven en las tinieblas,
— escucha las súplicas que te dirigimos por la salvación de todos los hombres.
 
Acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida por toda la tierra,
— bendice al pueblo cristiano y concédele abundancia de paz.
 
Padre de todos los hombres, encamina a los pueblos al conocimiento de Jesucristo,
— y da a los gobernantes de las naciones la luz de tu Espíritu.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Tú que proclamaste dichosos a los que mueren en tu paz, haz que la luz eterna brille sobre los que han muerto en Cristo,
— para que descansen de sus fatigas y reciban el premio de sus obras.
 
A pesar de que en el mundo existe el odio y la división, oremos a aquel que nos ha hermanado en Jesucristo, diciendo: Padre nuestro.
Oración: Dios todopoderoso, concédenos que, al vernos envueltos en la luz nueva de tu Palabra hecha carne, hagamos resplandecer en nuestras obras la fe que haces brillar en nuestra mente. Por nuestro Señor Jesucristo.
CONCLUSIÓN
Dicha la oración conclusiva, se termina con la bendición.
En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.